El adiós al Bar de Juan

Hace muchos años en un bar que estaba ubicado en el pasaje “Cuyo” (hoy pasaje “Corbatta”) enfrente a la cancha del Racing Club, el padre de un entrañable amigo mio, apoyo su mano sobre mi hombro, me miró y con cariño paternal me dijo: “Uno no se muere de golpe, uno se va muriendo de a poco cuando se van muriendo sus afectos” y concluyó “yo empecé a morir muy chico cuando comenzaron a derrumbar el conventillo donde naci”.
Sabiduría de bodegón si las hay extraidas de un personaje popular que a los zapatos los llamaba “camambuses”.
Juan Savia llegó al barrio desde su querido “Parque Avellaneda” allá por la decada del '80, el barrio lo adoptó con cariño fraterno, y él enseguida abrió su bar, allí en el confín de “Ramos Mejia” en la Av. Diaz Velez 279 al que los muchachos de entonces del barrio lo inauguramos enseguida, casi sin querer. Nosotros y el bar caminamos juntos tanto tiempo viviendo y compartiendo momentos inolvidables de todo tipo desde perdidas irreparables hasta emociones irrepetibles. El bar llevó de nombre “El Fortín” en honor a “Velez Sarsfield” equipo del que Juan es fanático, recuerdo como sufrió aquel día en que le robaron un cuadro de cuerpo entero de “Daniel Willington” aquel crack que tuvo Velez en la década del '60. Extraño tanto esas tardes de charlas de bohemia en que Juan y yo nos sentabamos con entrañables amigos como:  el “Turco” Carlos Fakih gran historiador de tango y turf, mi querido amigo Juan Jose Quiroga, máximo coleccionista e historiador de Agustin Magaldi de la Argentina, o con mi todavía amigo “Pichón” Castelluccio que nos llenaba de anécdotas con sus más de 70 años de barrio.
Tantas historias llegan a mi memoria que escuché en esas mesas y que sigo transmitiendo a traves de los años, como:
Que “Alegre” aquel gran defensor que tuvo Velez en la década de '40 / '50 y que fuera capitán de la selección Argentina en el “Parque Avellaneda” jugaba en el banco.
Que Homero Manzi apostó y perdió un “Buick” '39 en el hipódromo de Palermo y en el viaje cuando volvia a su casa de Pompeya, inventó el argumento de una película se lo dictó a un director de cine por teléfono, fue a buscar un adelanto para armarse y volver a arrancar.
Que en aquel gran “Huracán” del '73 Rene Houseman se escapo de la concentración del equipo y cuando Menotti lo fue a busca a la Villa Zabaleta lo encontró en el banco de suplentes de un partido de futbol y le dijo “ Qué hacés acá René”, Menotti le decía qué hacés acá que no estas concentrado y René pensaba que le decía que hacés acá en el banco, entonces el “Loco” se paró lo miró y le dijo: “Sabe lo que pasa Mister, el que está en la cancha juega mejor que yo”.
Que en aquella famosa foto cuando “Monzon” miraba el reloj de Luna Park abatido por los golpes de “Bennie Briscoe” se dio vuelta y vio 2 “Briscoe” y dijo “Suerte que le pegué al verdadero”.
O que un dia un periodista le preguntó al presidente “Illia” porque no usaba custodia, él lo miró y le dijo “ Sabe lo que pasa, que el que lo cuida por dinero, también lo mata por dinero”
No es mi caso por mi edad, pero como decía “Discepolo” en “Cafetín de Buenos Aires “…sobre tus mesas que nunca preguntan alguien lloró una tarde el primer desengaño” o como decía “Celedonio Flores” en “El bulín de la calle Ayacucho” cada tanto aparecia “…un bacán de voz gangosa con berretin de cantor”
 Juan se fue el año pasado del bar pero quedan duendes en el ambiente del viejo “Fortín”, que sigue abierto a cargo de otros dueños, donde se comen exquisitas comidas caseras y una excelente parrilla, igual que antes....
 Muchos amigos se fueron de la vida y otros se fueron de mi vida, Juan hoy disfruta junto a su familia de otra vida, sin su “Fortín” querido, él es de esos hombres que pocas veces cuenta lo que siente, pero con la autoridad que me dan los años sé que él extraña como yo esas tardes de bohemia interminable, aunque no lo diga nunca. Recuerdo dos frases que me repitió varias veces una era “que no se podía vivir de recuerdos” y yo le aclaraba que tenía razón pero que tampoco se podía vivir sin ellos y la otra era que cuando aparecía un cargoso, un desubicado o un borracho molesto el me miraba y me decia “ hay cada gaucho en esta Pampa”.
 El bar sigue funcionando en forma impecable pero a la tarde cuando merma la concurrencia ya no brota de la radio ese tango que invitaba al recuerdo y a la discusión.
 Ese dia que Juan se fue para siempre del “Fortín”, yo, como me decía el padre de mi amigo, el de los “camambuses” me fui muriendo un poco más. Y  como decía mi queridisimo Jose Gobello, “creo que a su ausencia definitiva no nos vamos a acostumbrar nunca”
                       Hasta el mes que viene amigos.

                                                                                                 Marcelo C. Rizzo

La Publicitaria - Marzo 2014