Desde fin del siglo XIX hasta principios del siglo XX la ciudad de Bs. As. se estaba transformando de la gran aldea a la metropolis de hoy y en esa sociedad machista, la mujer estaba ubicada en un segundo plano y con ciertas limitaciones.
La actividad principal de la mujer en ese entonces eran los quehaceres domésticos y criar a sus hijos (si los tenía), rara vez trabajaba, se vestía con polleras o vestidos por debajo de la rodilla, no usaba faldas cortas ni pantalones, no votaba, no fumaba, no ocupaba cargos públicos, no tenía acceso a carreras universitarias (la 1º médica argentina fue Cecilia Grierson en el año 1889, descalificada por sus profesores y compañeros) y menos que menos bailaba tango que era una música del bajo fondo, orillera , de origen negro y prohibida.
El tango, no se bailaba entre hombres como lo muestran algunas fotografías, el tango se practicaba entre hombres, porque las mujeres no lo bailaban. Las únicas mujeres de la época que bailaban tango eran las prostitutas y que les cobraban a los habitué una tarifa por cada tema.
El hombre solo, de esa época, no tenía fácil acceso al sexo, por eso la ciudad de Bs. As. y sus zonas aledañas, estaban infectadas de prostíbulos, que han trasendido, el tiempo y el olvido y han quedado inmortalizados en versos y canciones, que hoy superan el siglo de vigencia. Y ese hombre que frecuentaba la noche porteña, admiraba a aquellas mujeres que eran diferentes a todas las demás. Mujeres que fumando bailaban tango, con la púa en la liga, con camisa de seda y los senos tatuados y que eran capaces de hacerle frente al taura más mentado.
Entre las mujeres más codiciadas de esa época, había una morocha de aquellas, de andar sinuoso, porte sensual y excelente bailarina de tango, se la conocía como “La China” Joaquina Marán, pupila de “La casa de Mamita“ (Concepción Amaya), local ubicado en Lavalle 2177 plena parroquia de Balvanera.
Homero Manzi desempolvó en 1944 esta historia de amor y de muerte, que con música del bandoneonista Cristóbal Herreros se convirtió en el tango que lleva por título esta nota. “Ramayón” no es un tango muy conocido, fue poco cantado y menos grabado,
Pero la pluma impecable del gran Homero Manzi, dejó un poema, como solo él podía hacerlo, una letra, digna de ser leída y recordada, a medida que avanza, la narración de esta historia.
Resuenan en baldosas los golpes de tu taco / Desfilan en corridas por patios de arrabal / Se envuelve tu figura con humo de tabaco
/ y baila en el recuerdo tu bota militar.
“Mamita” tenía chicas seleccionadas pero la preferida era la China Joaquina quien provocaba el afán sexual de los clientes.
Fernando Ramayón era un joven de familia adinerada, que seguía la carrera de abogacía.Tenían tierras en la provincia de Santa Fe, y el muchacho volvió a Buenos Aires para festejar su cumpleaños número 22, al día siguiente. Después de la reunión familiar se citó con algunos amigos buscando alargar a noche y divertirse en lugares non sanctos. Así recalaron en el local de Balvanera, ahí empezaron las miradas entrecruzadas entre Fernando y Joaquina. De inmediato él la sacó a bailar y coparon la parada, porque ambos bailaban realmente bien y se entendían de maravilla.
Además de su juventud, Ramayón era alto, de pelo negro, calzaba zapatos de charol y vendía sonrisas. Ella se le entregó en el abrazo y ya desde el primer momento, se notaba una complicidad reinante entre ambos.
Refleja nuevamente tu pelo renegrido / en salas alumbradas con lámparas de gas / Se pliegan tus quebradas y vuelven del olvido/ las notas tan ligeras de Arolas y Bazán
Esta nota esta basada en un historia real de tango, amor y muerte, ocurrida en la ciudad de Bs. As. a fines del siglo XIX y que dió nombre a un tango, poco conocido y poco grabado, que lleva por título “Ramayón” y que tiene letra de Homero Manzi y música del bandoneonista Cristóbal Herreros. Una noche llegó a lo de “Mamita” Fernando Ramayón, un muchacho pintón y adinerado, que sacó a bailar a la joven más codiciada del lugar, “La China” Joaquina Marán, preciosa mujer y excelente bailarina de tango. Pero Joaquina tenía un corazón y ese corazón tenía razones que su mente desconocía y cada tanto la traicionaba y se enamoraba de algún cliente del burdel.
Cuando “La China”, salía del bulín de Concepción Amaya, solía frecuentar otros lugares de baile, como lo de María la Vasca, en Carlos Calvo y Jujuy, donde solían actuar tríos y cuartetos que tocaban tango.
Después que Joaquina conoce a Ramayón, siempre se iba acompañada por él, a otros lugares de baile o a la casa de la joven, esto provocaba la ira de los habitué del lugar, que sentian que Joaquina era de todos y de nadie. Recordemos algunas estrofas del verso de Homero Manzi
Aplauden tu elegancia las palmas de otro tiempo / las cuerdas empolvadas resuenan otra vez / y en el fugaz milagro de un breve encantamiento / reviven la ceniza de todo lo que fué. Fernando y Joaquina estaban viviendo una pasión incontenible, rodeados de tango y alcohol, pero “La China” tenía muchos amantes que sentian que la poseían, como el actor Pablo Podesta y otros tantos hombres de la noche porteña.
Una noche, se les ocurrió desviar el carruaje hacia “Los cuartos de Adela” local ubicado en la Av. Alvear y Acevedo en el barrio de Palermo. Ahí siguieron tomando y bailando apasionadamente, Fernando y Joaquina, estaban cada vez más entusiasmados en su baile y en su abrazo. En un momento determinado, entra al local un sujeto de avería, conocido en el ambiente como el Ñato Posse, aunque en realidad se llamaba Juan Bautista Passo. Había estado preso por sus andanzas delictivas, pero gracias a sus contactos con un caudillo del Partido Conservador, para quien prestaba servicios, salía rápido de la cárcel.
El hombre había sido un tiempo amante de Joaquina, y cuando la vio bailando estrechamente con el muchacho, se le dispararonlos celos. Ella lo advirtió y temía lo peor, porque lo conocía bien. Intentó rebajar la tensión, deshacer un poco el abrazo cuando lo divisó, pero el tipo estaba volado y sacando un revolver le disparó un balazo mortal a Ramayón, que le entró por la nuca, provocándole la muerte instantánea. Era la noche del 1º de febrero de 1898. Ramayón ya no estás con tu noche / tras el blanco calor del pernó / Ya no pasa trotando tu coche / ya no brilla tu bota charol.
Y no está con su traje de raso / la que entonces por buena y por leal / afirmada en tu inmóvil abrazo / fue también tu pareja final.
El periódico al día siguiente revela: ...la identidad del prófugo homicida: Juan B. Passo (el Ñato Posse). El crimen había tenido lugar en los célebres Cuartos de Adela - Café, Posada y Sitio de Baile, ubicado en Avenida Alvear y Acevedo, de Palermo;. En esa edición, también se agregaba: Se ha pretendido que los celos determinaron la agresión porque una mujer del comercio alegre acompañaba al que murió;.
Un plomo de venganza te busca de repente / Se aflojan los resortes violentos del compás /Se pinta en tu pañuelo la rosa de la muerte / y el tango del destino te marca su final.
La propia Joaquina tendría su propio prostíbulo a principios de 1900. Allí tocaba y cantaba el guitarrista Juan Belarmino. Precisamente, el día del cumpleaños de la madama del sitio, Belarmino le dedicó un tango compuesto para ella, con su nombre:
“Joaquina”. Y en la partitura lo deja claro: ;Dedicado a Joaquina Marán
El tango” Joaquina” había pasado al olvido hasta que Juan D´Arienzo, en su búsqueda constante de temas de la Guardia vieja, lo rescató y grabó con su orquesta en 1935. Posteriormente volvería a hacerlo en 1943 y 1953. La historia de Ramayón se ha ido reconstruyendo durante un tiempo en libros, relatos y periódicos. El tango “Ramayón” lo cantaba Alberto Morán con la orquesta de Cristobal Herreros pero no lo grabaron.
Libertad Lamarque lo estrenó en la radio y tampoco lo llevó al disco.
Finalmente Nelly Omar, con su conjunto de guitarras lo grabó el 12 de noviembre de 1997.Creo que como epílogo, vale la pena escuchar Joaquina, por la orquesta de Juan D´Arienzo, especialmente en su segunda versión del 23 de noviembre de 1943 cuando el piano lo tocaba el legendario Fulvio Salamanca, y la grabación de Ramayón por Nelly Omar.
Historias perdidas de un Bs. As. que se fué.